Historia de Albarracín

Es una comarca geográfica e históricamente muy unida, de naturaleza forestal y ganadera, cuyos pinares proporcionan pingües ingresos a los ayuntamientos que la componen. La ciudad se encuentra a 37 km. de la capital, en plena sierra de Albarracín. Su clima se caracteriza por los inviernos fríos y los veranos suaves. 

La soberanía aragonesa en aquellos años

Por parte cristiana fue patente la ambición de los reyes de Aragón y del obispo de Zaragoza de considerar a Albarracín y su tierra zona de expansión del reino. Así, en 1122, Alfonso el Batallador, al recibir como vasallo suyo a Céntulo de Bigorra en Morláns, le hace donación de «Santa María de Albarracín con tota sua pertinencia quando Deus omnipotens eam mihi dederit». Igualmente, en diciembre de 1134 el obispo de Zaragoza obtiene de Ramiro ll las iglesias que según la hitación de Wamba le correspondían, entre ellas Albarracín. Esta donación la confirma Alfonso Vll de Castilla, que mediatizaba la soberanía aragonesa en aquellos años. Asimismo Ramón Berenguer lV, en 1158, confirma al obispo de Zaragoza D. Pedro Torroja las iglesias de Albarracín.

Las taifas de Albarracín

Albarracín fue durante la dominación musulmana la capital de un fuerte reino de taifas gobernado por la familia bereber de los Banu Razin, llegada en los mismos tiempos de la conquista árabe de la península. Establecidos en la parte oriental del Macizo Ibérico, hicieron su capital y legaron su nombre a una ciudad que las crónicas árabes llaman Santa María de Oriente o de Banu Razin, para diferenciarla de otra Santa María de Poniente situada en el Algarve.